Lo sé, acabaré en una habitación acolchada

En esta entrada, os hablé un poco de mi actual trabajo y amenacé volver con más y es que el que ha trabajado de cara al público sabe que este ramo es una mina de anécdotas:

Las hay de las sencillas, aunque de sorprendentes resultados, como que te invite a una "timba de trivial"  un chico joven y muy guapo (si , quedé finalmente con él...)

Pasando por las surrealistas, que te hacen perder los nervios por tener que explicar durante mas de media hora como pulsar *10 #   y que al final tras explicar 1.325 veces que el asterisco, en un teléfono fijo, SIEMPRE esta debajo del 7 y a la izquierda del 0. La señora termine arrancándolo (no me preguntéis como) en lugar de pulsarlo.

De las de que te hacen preguntarte si todos vivimos en el mismo siglo,  al pedirle a un chico de te envié la factura por fax y el te diga: "como va ser posible que yo conserve la factura original si te la mando por el fax ese,  que no que no que no..."

Las  hay que te dan ganas acordarte de la madre que matriculo al cliente, que no deja de deletrear:
con P de puta, I de idiota... C de capulla... Pero también de las que te hacen creer que hay gente maravillosa al recibir, una caja de bombones por simplemente hacer tu trabajo.

Algunas te hacen dudar de como habrá llegado esa persona a ser secretaria de dirección. Si te tiene que llamar para pregunta como puede saber cual de los cables que "salen" del portátil de su jefe, es el de la corriente...
Lo difícil es contestar: "Prueba con el que tenga una enchufe en un extremo, querida?"  sin parecer demasiado sarcástica.Y no os digo nada, si en el mismo día te vuelve a llamar para que le reinicies una contraseña y al decirle "Tu nueva contraseña es 12345678" ella pregunte: "Pero en mayúsculas o minúsculas"  (palabrita del niño Jesus, que no miento).

Aun así sigo prefiriendo este tipo de situaciones por teléfono porque al menos puedes poner el "mute" o poner toda la cara de asombro que quieras, cosa que no pasa cuando estas con el cliente delante, como cuando trabajé en Ikea:

Es difícil mantener la compostura cuando aparece un señor corriendo y sudoroso y te dice  gritando: "NENA!! TIENES COJONES!!!"
No pude evitar una carcajada, aunque el pobre rápidamente corrigiera diciendo : "perdón cojines cojines..."

O que te venga un cliente a preguntar un precio, que tiene en sus narices, en un cartel de 120x50 y tu contestarle con desgana:"Aquí lo tiene", señalando el cartel a la vez que te marchas sin darle tiempo hacerte ni una pregunta mas. Y que a los 5 minutos aparezca un cantante famosillo con ojos alucinantes, que te haga una pregunta igual de tonta, pero tu se lo expliques durante más de 20 minutos como si te fuera la vida en ello y que cuando mas entusiasmada estés en tu explicación, aparezca su acompañante que no es otro que  el señor al que has ignorado hace unos minutos y que te mira como diciendo "aaaa a él si... nooo?"

Pero bueno que vaya esto, por los que te pierden el respeto a ti.
Montándose en la carretilla que arrastras hacia el almacén, como si de un monopatín se tratase y que encima le parezca gracioso.
O que a pesar de llevar en tu pecho una chapa enorme con tu nombre, la gente te llame:
Nena, Ikea, Schsss Schsss o Ets eee! ets eee!
Que estas ya hasta las narices. Tanto, que llego el día que me silbaron en plan perro y acudí con la lengua fuera y dando saltitos.
No se como no me echaron...