Hace dos semanas tenía una formación pagada por mi empresa sobre desarrollo personal.Píldoras emocionales, se llamaba.
Para los que os preguntéis, como es que me apunto a estos saraos, os diré que estoy obligada hacer 4 formaciones al año y las que me ofrece la empresa, por el perfil de mi proyecto, no me interesan ninguna lo más mínimo, así que, me a punto a cualquier cosa que no tenga que ver con números.
Llegué motivada, eso de poder ir en coche sola, cantando como las grecas, no tienen punto de comparación con ir en metro.
A pesar de lai motivación, tenía un poco de miedo, y si el curso era de esos de levantarse y hacer cosas en plan terapia de grupo?
Cuando llegué a la sala, y vi que mis compañeros de clase eran socios de la empresa y altos cargos... pensé que me iba a acordar del día que se me ocurrió apuntarme a la convocatoria y lo bonica que hubiera estado quietecita. Pero no podía estar mas equivocada, el curso era super interesante, sobre todo lo era por la profesora, que lo hacía super ameno y participativo, sin necesidad de hacer pasar vergüenza a nadie.
Solo llevaba una hora en la clase (duraba 6) y estaba alucinada con la profesora, no dejaba de pensar que daría algo por tener cerca alguien tan sabio emocionalmente, que sepa poner un ejemplo para cada cosa que quiere enseñarte y encima lo haga de una manera tan divertida.Y eso que todavía estaba por llegar, lo que más me sorprendió de ella y que os cuento a continuación:
Durante un momento de la clase, tratamos el tema de como resolver conflictos con personas con las que no tenemos buena relación.
Una de las asistentes a la formación (no la conocía de nada porque en mi empresa somos 11.000 personas) contó que ella había puesto en práctica lo que la profesora aconsejaba, con una compañera, con la que por lo visto tenía muy mala relación, y no sabia porque, su relación aun era peor. Por lo visto, a la compañera le sentó fatal que quisiera sentarse con ella hablar sobre su relación.
Era más que evidente que el problema no era la técnica, era la actitud de esa persona. Sin estar en la conversación que tuvo con su compañera, se notaba que había utilizado un tono con esa persona, de superioridad y condescendencia bastante insoportable.
¿Cómo iba a conseguir llevarse mejor con ella, tratándola así?
La profesora intento decirle cosas sutiles como que no siempre conseguimos lo que prendemos, que la vida te pone delante los problemas porque tenemos algo que aprender de ellos y que si te los vuelve a poner, quizá es porque todavía aunque creas que no, tienes mucho que aprender.
Pero ella no lo captaba e insistía una y otra vez.
No me preguntéis porque, pero a pesar de que tuviera miedo a que le sentará fatal, o que pensarían los mal de mí, conseguí superar mi miedo hablar en publico, y le dí mi opinión.
Le dije, que no era mi intención ofenderla, pero que si yo, que no tenía ningún prejuicio hacia ella, notaba ese tono de superioridad y condescendencia. Su compañera seguro que lo había notado y lógicamente no le había gustado, con lo que era normal que el acercamiento, no hubiera servido para mejorar su relación.
La chica dijo que quizá tenía razón y se callo, la profesora me dio un achuchón y me dijo: Bien visto!
En el descanso, cuando entre en el office, esa compañera estaba de cara a la puerta pero al verme, se cruzo de brazos y me dio la espalda. En ese momento, me paso la profesora y le dije con mi ironía habitual: Ya he ganado una amiga hoy...
A lo que ella contestó: No, al contrario, tú lo que le has hecho es un favor, diciéndole algo que seguramente nadie se atreve a decirle. Y eso lo has hecho, a pesar de lo que te importa lo que piensen de ti y lo que te afecta caer bien a todo el mundo. Así que , ella aprendió algo y tu diste un gran paso.
Me quedé muerta. Como podía saber tanto de mí sin conocerme. Se me saltaron las lágrimas, como cada vez que alguien acierta en un sentimiento de los que no muestro.
Cuando más tarde supe que la profesora era coach personal, pensé que aunque nunca me había planteado tener uno, porque me parecen vendedores de humo, pensándolo bien, una persona que había sabido calarme tan bien y tan rápido, podía ayudar muchísimo a encarrilar mi vida profesional y a pulir las cosas de mi personalidad que me impiden evolucionar. Pero... seguro que no podía permitírmelo; es conocida, directora de su empresa, profesora y madre de un adolescente muy enfermo, evidentemente no tiene muchas horas libres, estaba segura que sus precio por sesión debía ser carísimos.
Aun así, no se porque algo me decía que tenía que intentarlo y se me ocurrió una ida, un poco de esas que se ven en las pelis que dices, Dónde va la psicópata esta!?
Y si le ofrecía llevarla al aeropuerto? Si me decía que no, no perdía nada (a parte de la vergüenza que me da que me rechacen) Pero si me decía que sí, podía pasar un buen rato aprendiendo de ella a cambio de un poco de tiempo y gasolina.
Lo hice. Y le pareció un idea fabulosa.
Comenzó su primera sesión como coach, mientras yo conducía y continuo mientras comíamos en el aeropuerto. Tuve la sensación de conocerla de toda la vida, y hizo que le contara mi vida entera, que os aseguro que tiene mucha tela que cortar, para hacerlo en solo 2 horas. Me dio consejos buenísimos... y quedamos en que me enviaría un presupuesto, lo más ajustado posible, para continuar con las sesiones.
Ya me lo ha enviado y aunque se que me ha rebajado mucho el precio, de momento no me lo puedo permitir. Me daba apuro decírselo, haberle hecho perder tiempo en hacer un presupuesto, tan detallado para terminar diciéndole que no. Ella lejos de molestarse, cuando ha sabido que no puedo contratarla, me ha facilitado gran parte del material que utiliza en sus sesiones, para que lo pueda ir mirando yo sola.
Que suerte he tenido de haberla conocido.
Moraleja:
Nunca dudéis en hacer lo que corazón os diga, podéis acabar invitados a comer por una desconocida interesantísima en un aeropuerto.